Joseph Conrad va al cine 02/06/2017
A diferencia de la obra de otros autores hoy considerados “clásicos”, se puede afirmar que la relación de Joseph Conrad con el cine fue hasta cierto punto fructífera. No sólo en cuanto a la calidad de las adaptaciones y versiones cinematográficas de sus cuentos y novelas (cerca de ochenta “oficiales” entre películas, series y films televisivos, y un puñado de películas en las que no se menciona en los créditos al escritor) sino por la relación del autor con el cinematógrafo.
El gran éxito editorial de Victory (1915) en Estados Unidos propició que Conrad pudiera llevar una vida más desahogada —sus apuros económicos habían sido frecuentes hasta entonces— y también le proporcionó la posibilidad de adentrarse en el mundo del cine. En 1919 vendió los derechos de tres de sus novelas (Chance, Victory y Lord Jim) a la productora Famous Players-Lasky (más tarde rebautizada como Paramount) por la suma nada desdeñable para aquel entonces de 20.000 dólares. El propio Conrad escribió ese mismo año un guión basado en su narración Gaspar Ruiz titulado Gaspar The Strong Man (el guión sería finalmente rechazado por Famous Players en 1921). Asimismo, Conrad pronunció en una visita a los Estados Unidos una conferencia sobre el cine: “Author and Cinematograph”. El texto no es especialmente brillante; consiste en unas reflexiones que analizan las semejanzas y diferencias entre el cine y la literatura. El escritor se lamenta de “lo difícil que resulta saber qué es lo que está pensando un personaje en la pantalla”, califica el cine de “milagro” y ensalza la capacidad descriptiva de las imágenes, aptas para condensar en unos instantes lo que a un autor detallista como él “le cuesta varias páginas y noches de desasosiego”.

Lord Jim (Victor Fleming, 1925)
Las primeras versiones de obras de Conrad realizadas en Hollywood contaron con presupuestos holgados, actores famosos y directores de primera fila: de Maurice Tourneur es la primera, Victory (1919); Victor Fleming se encargó de Lord Jim y John S. Robertson fue el director escogido para The Road to Romance (1927), basada, claro es, en Romance. Conrad sólo pudo ver la primera de ellas y guardó un prudente silencio acerca de su auténtica opinión sobre el film (en entrevistas de la época alababa el film; recuérdese que la película formaba parte de su trato con la futura Paramount) aunque, dados los excesos melodramáticos de esta versión, que superan con mucho los elementos efectistas de la novela (un crítico del momento escribió premonitoriamente que Victory era “un Conrad para estudiantes de secundaria y para el cine”) uno bien puede sospechar que no fue completamente de su agrado.

Una producción de Samuel Goldwyn de 1929 dirigida por Herbert Brenon: The Rescue
En 1936 Alfred Hitchcock dirigió una de sus películas británicas más brillantes, Sabotage, basada en la novela de Conrad The Secret Agent. Curiosamente, el director se mostraba muy desdeñoso con el film: consideraba que los intérpretes principales (Sylvia Sidney, Oskar Homolka y John Loder) eran totalmente inadecuados y que la explosión de la bomba que mata al niño había sido un error capital (“Aquello enloqueció al público”). Así expresaba su opinión sobre el film treinta años después de su realización:
“Es un poco… chapucero. Con excepción de algunas escenas es un film desordenado, farragoso. No me gusta demasiado”.

Lord Jim (Richard Brooks, 1965)
Y treinta años habrían de pasar hasta que una obra de Conrad sirviera de pretexto para una gran producción: el Lord Jim (1965) dirigido por Richard Brooks. El director tenía fama como buen adaptador de textos ajenos (había cosechado sendos éxitos con un par de obras de Tennessee Williams, La gata sobre el tejado de zinc y Dulce pájaro de juventud, aunque quizá su “adaptación” más brillante sea la obra de Truman Capote A sangre fría, realizada en 1968) y éste fue un proyecto totalmente personal que Brooks ansiaba hacer desde varios años atrás. Sin embargo, el enorme coste de la película lastró, sorprendentemente, el resultado final: Brooks quería a Albert Finney para el papel de Jim, pero la Columbia, fresco aún el enorme éxito de Lawrence de Arabia, le impuso a Peter O’Toole, quien realizó una interpretación histriónica en exceso; el problema del actor principal se agrava si consideramos que el resto de actores (James Mason, Jack Hawkins, Eli Wallach…) compone un elenco espléndido. El film es, en todo caso, irregular: contiene escenas brillantes, el guión de Brooks es una excelente versión del original, el diseño de producción es magnífico… Pero nada puede evitar que el film constituya un pequeño fracaso al hacer caer su peso casi en exclusiva sobre un actor francamente inadecuado.

The Duelist (Ridley Scott, 1977)
Para su primera película como director, Ridley Scott escogió el relato de Conrad The Duel. Los Duelistas (1977) es una película que parece influida en demasía por el estilo del Kubrick de Barry Lyndon. Sin embargo, el frío distanciamiento y la cuidada estética del film hacen de Barry Lyndon un film memorable. Scott, en cambio, imita los aspectos más superficiales de la obra de Kubrick y el resultado final es un film carente de pasión —la creciente angustia que siente D’Hubert ante el prolongado acoso y los continuos duelos con Feraud, un elemento fundamental en el relato de Conrad, se halla ausente por completo en la película de Ridley Scott. Más afortunado nos parece el detalle de que en su siguiente película, Alien (1979), bautizara con el nombre de Nostromo a la nave espacial donde transcurre gran parte de la narración…

El corazón del bosque (Manuel Gutiérrez Aragón, 1979)
Quizá las versiones más sobresalientes de Conrad sean dos películas estrenadas en el mismo año, 1979, y que toman como base argumental la misma novela, El corazón de las tinieblas. Una es El corazón del bosque, dirigida por Manuel Gutiérrez Aragón, y la otra es la célebre Apocalypse Now de Francis Ford Coppola.
El film de Gutiérrez Aragón traslada el viaje por el río Congo a las montañas de Cantabria: Kurtz es aquí “El andarín”, un miembro del maquis que se resiste a abandonar la lucha contra el franquismo, y Marlow es Juan, un miembro del PCE que tiene la misión de convencerle para que deje las armas… o matarle. Se trata de una película notable: conserva todo el elemento introspectivo de la novela de Conrad sin que ello mengüe la progresión dramática; la fotografía de Teo Escamilla capta a la perfección tanto la dureza como la hermosura de las montañas de Cantabria, y la dirección de Gutiérrez Aragón —un gran admirador de Conrad— es espléndida, combinando una magnífica dirección de actores con un empleo magistral de los encuadres que combinan personajes y naturaleza: podemos llegar a sentir que esos personajes son producto de ese entorno.

Un Kurz atormentado: Marlon Brando en Apocalypse Now
Un enfoque muy distinto presenta Apocalypse Now. La génesis del film se debió al empeño de su co-guionista, John Milius:
«Todo el mundo decía que la obra [El corazón de las tinieblas] era inadaptable. Orson Welles intentó hacerla cuando llegó a Hollywood en 1940, antes de decidirse por Ciudadano Kane. Me impuse ese reto. Yo era un joven estudiante muy arrogante; me dije: ‘Si Welles no pudo, quizá yo sí pueda».
El guión original de Milius data de 1969 y el rodaje del film comenzó en 1976, tras un año de preparativos. El resultado es una película muy fiel al espíritu —y en ocasiones a la letra— de Conrad, y al mismo tiempo, un film original y extraordinario. Todo lo que mostraba Conrad se halla aquí: la denuncia al colonialismo, la odisea de un hombre compasivo lleno de buenos ideales que sucumbe a la barbarie, las dudas morales de otro hombre que duda de la rectitud de su misión… Y también se halla todo lo que Conrad rechazaba o evitaba: el exceso (encarnado por el coronel Kilgore), la grandilocuencia (la espléndida secuencia del ataque a la aldea vietnamita) o “el gran espectáculo”. Un ejemplo supremo, y casi único, de una novela magistral transformada en un film no menos magistral.

Un Marlow que no juzga: Martin Sheen como Willard en Apocalypse Now
Y a continuación, una pequeña pieza de arqueología. La primera versión cinematográfica de una narración de Conrad: Victory, dirigida por el gran Maurice Tourneur.